Aunque ya suena un poco repetitivo, seguí con mi rutina campestre, dejando atrás las cuestiones que me venian preocupando. Por suerte, el sol siguio saliendo todos estos días.

Continuando con el unplug, pasé el domingo tranquilo en contacto con la naturaleza. Ni grandes emociones, ni grandes decepciones. El verde tiene mucha paz, y yo estoy necesitando un poco de verde esperanza.

Un apacible día de campo lejos de todos los problemas. A estas alturas, más no se puede pedir. Aproveché el tiempo libre para leer un par de libros de Jorge Bucay, que me habían regalado.

Temprano me vine para Mercedes con mi mamá. Quizás el “hogar, dulce hogar” me ayude un poco a decidir que hacer con algunos temas. Después de un asadito al mediodía, fui al campo a ver el sol por un rato. Cuando volví del campo, tenía semejante sueño que me acosté alrededor de las 6 de la tarde y no me levanté hasta el sábado a eso del mediodía. (linda siesta, eh?)

Como todos los jueves, no tengo clases, por lo que a la tarde fui en persona a la Universidad de Palermo para informarme mas a fondo sobre el tema de la inscripción, equivalencias, y planes de estudio. Algunos de los puntos positivos son la menor carga horaria, y la orientación exclusiva hacia la informatica, con la casi totalidad de las materias enfocadas completamente en el tema.
Aproveché que estaba cerca de unos cines y terminé viendo una comedia francesa de título “Tanguy“, que trata sobre un par de padres parisinos que deciden que su hijo de 28 años debe partir del nido, y comenzar a hacer una vida independiente, fuera del techo familiar. Como es de suponer, el hijo no comparte la idea y eso dará inicio a una hilarante guerra familiar. Aunque no tengo especial gusto por el cine francés, esta película hace una excepción y merece mi recomendación.
A la noche, me quedé hablando hasta muy tarde con mi madre sobre mi futuro universitario. Como es lógico, la decisión está en mis manos.

A pesar de mis cuestionamientos, asistí a otra clase de Física 2. Mientras tanto mi madre estaba averiguando sobre la carrera de ingeniería en la Universidad de Palermo y me llamaba para contarme lo que le habían informado. Entre todas las posibilidades que estaba evaluando, por ahora, ésta parece ser la universidad más factible para el cambio. Aunque la idea del cambio tiene alguna espina, tampoco es de sabio seguir por un camino que ultimamente solo me ha traido frustración y amargura.