Ojeando una revista vieja encontré estas palabras que cito a continuación, y que son adjudicadas a un jefe pielroja de nombre Seattle:

"Cualquier cosa que les ocurra a las bestias no tardará en ocurrirle al hombre.
Todas las cosas están relacionadas entre sí, y lo sabemos.
Todas las cosas están unidas de la misma forma en que la sangre une a una familia.
Todo lo que le ocurre a la tierra, les ocurre también a los hijos de la tierra.
El hombre no tejió la red de la vida y no es más que una hebra en ella.
Lo que le hace a la red se lo hace a sí mismo."

Sigo pensando que las bestias son más humanas y más nobles que muchos que se dicen "seres humanos"…. creo que la humanidad no es algo que se adquiere de facto al nacer, sino algo que se cultiva, se fomenta y se desarrolla todos los días, con cada acto que hacemos.

De mis 4 visitas al Gran Rex para ver a Sabina en concierto, conservo 3 de esas entradas en el corcho de mi habitación…

Aquellos que me conocen saben que ese corcho es un pequeño santuario de papeles y recuerdos varios, de diferentes epocas, de tiempos pasados… Asi como hay entradas de Gran Rex, también hay postales, autografos, papeles, kanjis japoneses, notas, pasajes aereos, visas, recortes de diarios en los que alguna vez aparecí…

Debajo de estas lineas podrán ver los 3 tickets a los que hago referencia, dejando en primer lugar el ticket de mi recital favorito, en el que fui con mi valenciana -y a pesar de todo todavía tan argentina- amiga Micaela y con Roy, que por aquel entonces era su novio. Tampoco me olvido de la entrañable Twister con su cabellera revuelta (que estaba sentada unas filas adelante) y del ignoto desconocido (un tal Ruibal) que apareció en el escenario invitado por Joaquín.

Continue reading Sabineras entradas del Rex →

Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota:

Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que éste afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada.
Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo.
Leí la pregunta del examen y decía: "Demuestre cómo es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro".
El estudiante había respondido: "Lleva el barómetro a la azotea del edificio y átale una cuerda muy larga. Descuélgalo hasta la base del edificio, marca y mide. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio".
Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de sus de estudios, obtener una nota más alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.
Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad.
Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada.
Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas.
Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara.

Continue reading El problema es elegir la solución… →