"La seducción de Perón", por Luciano Demergasso.

El peronismo es práctica, es canción, oralidad, bombo, cantito popular, discurso, arenga. El peronismo es, básicamente, acción sobre la realidad, no teorización.

Queremos decir que la famosa “doctrina peronista” no posee un sitio especial dentro de la cultura escrita. Perón no dejo ensayos, reflexiones, posiciones políticas escritas, sino cientos de discursos que son la fuente de inspiración de quienes hoy lo invocan y aseveran seguirlo. Sin embargo, lo más interesante que dejó fue una manera de actuar sobre la realidad.

Esto último, el accionar sobre la realidad genera que los sujetos perduren en el tiempo y sean invocados. Los teóricos también actúan sobre la realidad, pero desde otras perspectivas.

La acción social de Perón es lo que genera su alto nivel de seducción en la consciencia popular y en los políticos que lo convocan frecuentemente. 

Corrientes básicas

Los políticos conservadores poseen una base cultural fuerte. Cuentan para su deleite con cientos de escritos: sociológicos, políticos, filosóficos sobre todo. Poseen una visión de sociedad, y de mundo.

Quién hoy circule por tales senderos puede, si lo desea, recurrir a ello y aggiornar su pregone.

Los denominados partidos de izquierda también. Detrás de estos existe una riquísima e histórica relación con la ciencia, las letras, la filosofía, el análisis social. Es decir, una amplia cobertura científica a la cual pueden recurrir para interpretar la realidad y luego intentar modificarla. Luego vendrá, por supuesto, la interpretación que realice de tales escritos y acontecimientos históricos y de allí el accionar que desarrollen en la realidad que será independiente de las letras que los inspiran. Otra discusión sería cómo se interpreta, pero no se cubrirá en esta ocasión.

Liberales cuentan con filósofos, economistas, socio – politólogos que les brindan un bagaje cultural e histórico donde nadar para empaparse y luego desenvolverse en sociedad.

Que distintas formas de pensar el mundo posean tras de sí historia, doctrina, teoría, acciones, etc, insititos, no quiere decir que las apliquen o las interpreten correctamente.

Una fracción que en el escenario social aparece es la progresista. El progresismo resulta ser una mezcla de liberalismo y conservadurismo, pero con algunos matices de diversas teorías críticas. Son altamente democráticos, sin embargo, en última instancia, su pulso se vuelca a una de las primeras dos corrientes mencionadas alejándose de la crítica. Al menos la crítica que postula modificar el orden social, no crítica pro sistema que sólo busca reordenarlo o administrarlo mejor.

A esta altura el lector se preguntará que tiene que ver todo este relato con la “seducción de Perón” y debemos decir que nos posibilita intentar despejar el terreno para exponer mejor nuestro punto.

Las posiciones políticas – filosóficas mencionadas existen en la realidad nacional, pero la más fuerte es la llamada peronista.  

Peronismo

El peronismo, como la mayoría conoce, proviene del General Juan Domingo Perón, quién gobernó nuestro país en parte de las década del 40 y 50 y casi dos años de la del 70.

Su accionar gubernamental se basó en la denominada búsqueda de la “justicia social” que, palabras más o palabras menos, intentaba generar cierto equilibro entre las relaciones del capital con el trabajo.

Dicho de otra forma, armonizar las posiciones antagónicas que en la sociedad capitalista existen y dicho en criollo es: los que tienen y los que no. Los propietarios y los que no poseen propiedad.

Perón no lo logró plenamente, pero hizo, a juicios de algunos estudiosos, avances: brindó una fuerte cobertura social en diversos ámbitos: salud, educación primaria, secundaria – técnica y terciaria. Abrió puertas a la investigación científica. Generó condiciones para la incorporación de diversos sectores de la sociedad a la vida política del país a través de comités barriales, del fomento al sindicalismo, de representaciones obreras dentro de las fábricas, incitó el consumo de productos locales y la industria nacional, distribuyó parte de la riqueza del Estado, incluyó la mujer al sistema electoral, posibilitó el acceso a la vivienda a través de créditos blandos, intervino muy fuertemente en la economía y la planificación social.

Las acciones narradas fueron parte de la realidad argentina en décadas pasadas y dieron una mejor calidad de vida a nuestra población.

Algunos las idolatran, otros las desdeñan por ser consideradas populistas y herramientas de manipulación social que, en última instancia, poco aportan a la elevación de los desposeídos al control de la sociedad, sino que los subyuga más profundamente pues los convence que el Estado no los abandona. Distintas posturas, pero sobre las cuales, nuevamente, no vamos a profundizar ya que intentaremos ver un poquito más cual es la seducción que Perón genera. 

La realidad: su teoría.

Perón no les dejó a quienes hoy lo siguen mencionando como el gran conductor de los destinos sociales ninguna biblioteca y ningún cuerpo escrito con su pensamiento a no ser por una serie de libros muy polémicos que narran explícitamente las ventajas de su gobierno en forma muy didáctica y banal, pero que eran libros para la población en general y no para los ‘cuerpos políticos’.

Perón, como decíamos líneas arriba, dejó discursos. Muchos. De ellos se extraen las cientos de citan que se le atribuyen y que los políticos locales repiten como loros para demostrar cuanto conocen al general. Citas como: “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa” o “los peronistas son como los gatos, cuando se pelean es porque se están reproduciendo” no fueron pensadas para la escritura, sino para la oralidad, para el discurso.

Bien, sin embargo esto no es lo que los políticos locales toman para seducir a los votantes y arribar y mantenerse en el poder, sino, que se apoyan, básicamente, en lo que él hizo en la realidad concreta, material de la sociedad, que es lo perdurable en la memoria.

Justamente el legado de Perón fueron acciones prácticas. Desde ellas se erige la gran masa de peronistas actuales.

Buscan, quines se denominan peronistas, emular las prácticas que Perón desarrolló en sus gobiernos, imitarlo, pero, sobre todo, logar el eco social que obtuvo.

Cuando kirchner, entre otros, se denomina peronista y dice que no es necesario estar dentro del partido en sí para serlo lo que hace es pensar en lo práctico del gobierno del General Perón, no en lo “teórico”. Por eso que se permite estar con distintas posiciones a la vez sin dejar de sentirse genuinamente peronista, pues, lo que busca, es convocar en la sociedad el recuerdo de las prácticas del General, no su pensamiento genuino. 

El error

Perón desarrolló sus gobiernos bajo un contexto histórico muy diferente al que vivimos en la actualidad. Por aquel entonces el Estado cumplía un rol diferente: buscaba el bienestar social general y por eso según su actividad final era que se lo denominaba Estado de Bienestar o Benefactor. El estado “peronista” fue un cóctel de ambos ya que intervino tanto en el ámbito legal como en el laboral y el económico. Social pleno.

Podía hacerlo pues el orden mundial era diferente al actual. Los mercados, las relaciones internacionales, el papel del Estado Nación, de los medios de producción, del movimiento de capitales nada de comparación con la actualidad tienen.

Hoy por hoy el capitalismo se comporta de otra forma, rota su capital con una altísima velocidad, los obreros son cada vez menos por el desarrollo tecnológico, las fronteras de los países son fragilizadas constantemente por las multinacionales y el Estado debilitado sólo administra.

La búsqueda de armonía entre el capital y el trabajo no es posible, pues cada día es más poderoso el capital por sobre el Estado. 

Concluyendo

Cuando hablamos de peronismo traemos la imagen de Perón, pero sólo para graficar un Estado Benefactor, de Bienestar, que ya no es posible exista. Su llamada doctrina está en los discursos y en la forma que accionó sobre la realidad, no en otro lado.

Lo que seduce es la gran cobertura social que en un momento de nuestra historia pudo dar, con objetivos políticos, de dominación o de verdadera vocación armonizadora, nos es indiferente a los objetivos de este artículo, pero ya no es posible reproducir en la coyuntura local e internacional actual.

Cuando los políticos lo invocan fogonean la llama de la memoria popular sobre estos acontecimientos, pero no están siguiendo un plan de gobierno más complejo y estructural y de ahí las diversas posturas que encontramos en nuestra sociedad que se llaman peronistas.

Hoy por hoy hablar de peronismo es rememorar un tipo de relación entre el Estado, el capital, el trabajo, la sociedad que dentro de nuestro contexto histórico es imposible de repetir.

Las actuales reglas de juegos, muchas de ellas impuestas por la última dictadura militar apuntan en otra dirección y doblegarlas no es posible. Por lo tanto, hablar de peronismo, es caer en el anacronismo, es, en definitiva, jugar con la memoria sobre acontecimientos prácticos, no sobre doctrina o teoría y es intentar rescatar de la historia acontecimientos que aún son caros a la sociedad, pero no es, para nada, seguir una línea de trabajo, un itinerario de actividades.

Quizás sea momento de preguntarnos: ¿Hasta dónde es viable que al auto-denominarse peronistas muchos de nuestros políticos continúen prometiendo acontecimiento imposibles de efectuar? Pues Perón hubo uno sólo y en un determinado momento histórico, irrepetible.